viernes, 22 de marzo de 2013

Amy; única e irrepetible.



  Le recomendaron que fuera a rehabilitación, pero ella se negó. Su padre pensaba que estaba bien. Pero no era cierto. Sus lágrimas se secaban solas. Sólo buscaba a alguien que la escuchara y que fuera más fuerte que ella. Como me gustaría haber hablado con ella, que me hubiese contado sus inquietudes y conocerla realmente, no a la imagen que aparecía de ella en la prensa.
  También tenía su mal humor, que no se te ocurriera enfadarla, ni tampoco tocar su marihuana; pues ella era adicta, a eso más que a cualquier cosa. Habría sido maravilloso que hubiese sido más adicta a la música que a otros vicios.
   Le dijo que traía problemas, sabía que no era buena, pero él era su tipo. Se empeñó, a testaruda no la ganaba nadie, y acabó llorando por él en el suelo de la cocina. Pero ella seguía enamorada, muy enamorada; tanto que le ofreció su cuerpo y su alma. Perdida toda esperanza, llegó a afirmar que el amor es un juego perdido y siempre acababa despertándose sola. Buscó amor en otros hombres, ¿no dicen que el amor es ciegoAmy, Amy, Amy. Pensaba que para amarlo había que conocerlo, y ella lo conocía demasiado.
   Al final se dijeron "adiós" solo con palabras, él se fue con otra y ella ... volvió a la oscuridad. Esta vez, para siempre.


                                                                                                            SARA