lunes, 9 de abril de 2012

Ellos.

Ellos, mis primos. Con los que comparto un sentimiento difícil de explicar. Es...,¿cómo expresarlo? Es un sentimiento de ternura, de cariño, de amor, es un sentimiento de querer protegerlos, de querer defenderlos contra cualquier peligro. Al ser la mayor, creo que esta obligación de mirar por ellos es más grande aún. Sí, vale, lo reconozco, hay veces que me sacan de quicio. Cuando estoy leyendo tan tranquila o pensando en mis asuntos, ahí aparecen ellos, para que juegue o les acompañe al quiosco a comprar cualquier cosa para endulzarles el paladar o la vida. Porque eso es lo que más me gusta de ellos y lo que quiero que no desaparezca jamás de sus caras: su sonrisa. Su brillo en la mirada. A todos los niños les brilla la mirada, tienen un fulgor especial en los ojos que es difícil de quitar, pero yo deseo que lo mantengan, que sigan siendo felices y que no se peleen (aunque eso ya es más difícil de cumplir).    Hay mucha gente que presume de tener muchos primos, y a veces se ríen de mí por tener sólo cuatro pero, ¿para qué quiero más? Con los que tengo es suficiente. Los quiero, me quieren (o eso creo), ¿qué más puedo pedir?


                                                                                                                                     SARA