Era de noche, llovía con gran intensidad y había salido de trabajar. Al llegar al túnel me pareció ver una especie de luz que salía de entre la oscuridad de esa noche. No era una luz. Era una mujer. Mi esposa, que iba a mi lado, me dijo que le sonaba su rostro y que creía haberla visto en otro lugar. No se apartó, se quedó quieta al final del túnel. Si no se movía de ahí, le quuitaría la vida, la arrollaría con mi coche. Lo que no sabía era que ella me iba a quitar la vida a mí.
(Dedicado a Gerardo, un gran amigo de nuestra familia, el cuál falleció en Junio del año pasado en un terrible accidente de tráfico cuando volvía de trabajar junto a Josefina, su mujer. Aunque haya fallecido,seguirá estando entre nosotros, en nuestro corazón, nuestra mente y nuestro recuerdo. Para siempre). ¡TE QUEREMOS Y NO TE OLVIDAMOS!
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